La bendición de la vida rural en Galicia durante COVID-19

La aldea donde Anna Champeney pasaba los 2 meses de cuarantena, durante COVID-19

Cómo ya sabéis, el estudio textil está ubicado en una pequeña aldea de Ourense – no muy lejos de la zona donde se filmaron a el primer joven oso pardo en 150 años, en mayo 2020.   Desde el pequeño estudio textil en la aldea diseño los tejidos y elaboro las colecciones textiles artesanales, a mano, en telares manuales.

Y ha sido aqui, en una aldea con apenas 30 vecinos, donde he pasado los últimos dos meses sin apenas salir, con la familia, entre Marzo y mayo.  Salimos juntos de la aldea por primera vez ayer.  Y tomé el primer cortado de un cafetería con pequeña terraza, y comimos cañas recién hechas.  Qué buen sabor.  Hoy en día, las pequeñas experiencias ·”normales” parecen pequeños milagros.  Las aprecias mucho más.

No obstante, la experiencia de la doble cuarentena en los pequeños pueblos y aldeas de Galicia este verano ha sido totalmente diferente a la experiencia urbana.  No salen nuestras historias ni experiencias en los medios de comunicación.

La verdad es que la cuarentena rural es un privilegio y una bendición, y lo sentimos todos los vecinos de la aldea.   Se siente bastante seguro, con poco riesgo de contagio, y lo vives con humildad y agradecimiento, porque sabes que para muchos amigos familiares, la experiencia ha sido mucho más difícil y hay poco que puedes hacer para aliviarlo.   Ha sido difícil para los vecinos mayores estar separados de la familia.  Pero seguramente para los hijos, ha sido un consuelo saber que sus padres están en un lugar bastante seguro.

En momentos como estos, no pasa ni un día sin dar las gracias por vivir en el campo.  Y espero que, como también está pasando en el Reino Unido, habrá más personas aquí en España pensando en mudarse a un pueblo o una aldea, fuera de la ciudad.

Porque de repente, no parece tan molesta la idea de dedicar un poco más tiempo cada día para conducir al lugar del trabajo y a las tiendas en vez de ir en transporte público (con mascarilla).  Ahora, por lo menos, para algunos, es cada vez más posible, el tele-trabajo – comparado con hace sólo unos meses.  La idea de vivir en a una casa con jardín, con huerto, rodeado con la naturaleza importa más que vivir en una calle central en la ciudad.

Aquí estás más consciente del cambio de las estaciones porque el paso del tiempo se registra con cada paseo que das en el campo.  Aquí puedes salir con una libertad por las mañanas, (somos tan pocos vecinos aqui, entre huertos, bosques y viñas) que el distanciamiento social no es problema.  Así que puedes salir sin mascarilla, y tienes la sensación así que aquí, por lo menos, la vida es más normal.

No es decir que la vida es un paraíso, ni mucho menos; Jugamos con varias pelotas en el aire, y como cualquier otra familia en este momento, nos enfrontamos con la incertidumbre económico, y la búsqueda de un equilibrio difícil entre la “escuela en casa” y el mundo del trabajo.  Todo pide más energía y no hay horas suficientes en el día.  A veces se sientes desorientada y parece ser que no avanzas en todo el día.  Pero aun así….

Pero siempre encuentras algún momento para estar en el huerto, para comer o cenar fuera en el jardín, o pasear por las mañanas por el bosque frondoso, escuchando a las tórtolas y los cucos.  Disfrutas unos pocos momentos de soledad y silencio fuera de casa en plena naturaleza.  Y durante un momento te sientes plenamente presente en el momento, inmersa en un mundo de sensaciones.  Y te das cuenta en este momento es posible experimentar un momento de paz, de felicidad y bienestar, a pesar de que casi todo el mundo está en crisis.

Saludas, de lejos, a los vecinos trabajando en las viñas, en los huertos.  Y te sientes contenta al verles.

Y ves una niña corriendo, saltando, aprendiendo y explorando el mundo natural con todos los sentidos.

Y te alegra el corazón.